Se trata de varias especies, algunas total y otras relativamente inofensivas para los seres humanos pues no pueden inyectar veneno mortal, pero que infunden respeto por sus semejanzas con la peligrosa y temida yarará.
En la provincia de Misiones encontramos: la ñacaniná-saiyú, nacaniná de monte o cobra overa (Mastigodryas bifossatus) ssp) en los departamentos de Iguazú, Cainguás y Capital; la culebra trepadora manchada o ñanduriré o dormidera (Sibynomorphus turgidus) en los departamentos de Capital, Cainguás, San Pedro e Iguazú; dormidera de vientre manchado o ñanduriré (Sibynomorphus ventrimaculatus) en los departamentos de Capital, Montecarlo, Gral. Belgrano, Cainguás e Iguazú; la falsa yarará o falsa yarará ñata (Lystrophis dorbignyi); la falsa yarará, yarará sapera, jararaca amarilla o biopeva (Waglerophis merremi) en los departamentos de Capital Cainguás, Eldorado e Iguazú; la culebra ojo de gato (Thamnodynastes strigatus) en los departamentos de Iguazú, Cainguás y Gral. Belgrano; la cobra estriada, cobra marrón o falsa jararaca (Tomodon dorsatus) el los departamentos de Candelaria, San Ignacio, Gral. Belgrano, Lib. Gral. San Martín e Iguazú; la falsa yarará o de espalda pintada (Tomodon ocellatus) y la falsa yarará u ojo de gato (Leptodeira annulata). La más parecida a las verdaderas yararaes de este grupo de culebras es Waglerophis merremi, que abunda en el Litoral, la región central y parte de Cuyo.
La culebra W. merremi es de todas, la que más semejanzas colorativas, morfológicas, de comportamiento y de tamaño tiene con las verdaderas yararaes. En caso de peligro, W. merremi adopta actitudes propias de las víboras venenosas; ensancha su cuerpo, aplanándolo, y su cuello queda más estrecho, figurando una cabeza triangular. Si la amenaza continúa, enrosca el cuerpo, con la cabeza en el centro abre desmesuradamente la boca y agita la cola al tiempo que arroja mordiscos imitando los movimientos de las víboras.
Las demás falsas yararaes no presentan todas estas características a la vez, pero suelen manifestar generalmente posturas achatadas, vibraciones de la cola, pupilas elípticas o cabezas más o menos triangulares, que las confunden a primer golpe de vista con las yararaes.
El hecho de ser culebras más o menos inofensivas que imitan a otras especies peligrosas, constituye el elemento más llamativo en su relación con el resto de la fauna con que comparten el medio.
Estos animales, pese a no tener venenos letales para el hombre, no son completamente inofensivos, ya que pueden clavar profundamente los dientes o hacer heridas cortantes.
La mayoría de las falsas yararaes tienen hábitos diurnos, excepto aquellas de pupilas elípticas o subelípticas, que desarrollan su actividad en el crepúsculo o la noche. Al llegar el invierno, las falsas yararaes buscan refugios donde guarecerse hasta que llegue la primavera y puedan reanudar sus actividades habituales. Cualquier hueco, oquedades en los árboles o troncos en descomposición, cuevas, grietas, piedras, vegetación tupida o simplemente hojarasca acumulada pueden servir de albergue.
Todas las especies de falsas yararaes comienzan su actividad reproductora en primavera, hacia el mes de noviembre. El tiempo de incubación, variable según las condiciones del clima, es aproximadamente tres meses.